Kaori es un pájaro. Kaori es toda blanca.
Blanco luminoso cubierto de colores que se prenden y se apagan como puntos, como incrustaciones de piedras preciosas: verdes, rosados, amarillos y azules.
La voz de Kaori vuela. Es liviana como una pluma, tiene poco cuerpo porque no es de este mundo. Me lleva con ella a otro espacio y voy fascinada. Su voz tiene dedos finos y frescos, largos y suaves que me toman, me levantan.
De todas las emociones Kaori no tiene ninguna, tiene paz. Tiene escurrida en su voz la travesura y la picardía de la niñez. Refleja ternura como cabellos suaves que se enredan flotando en mi rostro. Hay una ausencia de emociones que lo contiene todo, como el blanco. Y puede reflejar todos los colores, como el blanco. Cuando se mueve va ofreciendo gradientes luminosos de colores.
Kaori muestra tierna gentileza, como la de un ave. Inspira el amor simple y puro que se tiene por una criatura inocente, que no puede más que ser buena. Kaori no es consciente de su plena bondad. En su vida se enrolla, pero al cantar se abre como una flor, en un gesto automático en un acto reflejo su voz abre sonrisas, me rodea haciendo cosquillas.
Nada dicho, todo dicho. Kaori va a cantar y cada vez será más transparente y estará en todos lados, como la luz.
